No, la caperuza no era ROJA, cuando se la hicieron a la niña, la caperuza era blanca como la nieve, blanca y mágica. La niña pensó frente a la caperuza ya terminada: - cuando me la vean puesta mis amigas, me van a admirar con ésta caperuza tan blanca – Se la puso, se vio al espejo y se observó con asombro que la caperuza se había puesto… AMARILLA.

Pese a lo sucedido, la niña salió a la calle a presumir a su caperuza. Poco tiempo después se encontró con su maestra: - ¡Qué linda caperuza AMARILLA! ¿Quién te la hizo? – preguntó la maestra – yo – contestó muy segura la niña. En ese momento apareció una mancha en la capa - ¡Ah!, pero que lástima que este manchada – dijo la maestra. –Es que me caí – respondió la niña y otra mancha apareció en la caperuza. – También tiene otra mancha atrás. - agregó la maestra. – Es que me caí dos veces – le dijo la niña y otra mancha salió. - ¿Estas segura de que estas diciendo la verdad? – le dijo la maestra. – por supuesto que sí – afirmó la niña y una nueva mancha apareció. – Y ya me voy, porque en esta canasta le llevo su desayuno a mi abuelita – agregó gritando la niña en su huída y una última mancha apareció en su caperuza.

Ya lejos de la maestra, la niña comenzó a hacer un gran berrinche - ¡Qué coraje! ¡ñññ! ¡Qué coraje tengo! No puedo decir ninguna mentira sin que esta capa me ponga en evidencia – dijo la niña. Un panadero que cruzó cerca de ella le dijo - ¡Qué linda caperuza VERDE, niñita! – la niña se enojó más y la caperuza se puso más… VERDE.

Para no encontrarse a ninguna persona, la niña se dirigió hacia el bosque; pero iba tan distrída que no se dio cuenta que se adentraba en él. De pronto oyó un rugido que la detuvo - ¡Grrr! - Era el lobo que quería sorprenderlo. A la niña, del puro susto, se le puso la caperuza… AZUL.

Casi inmediatamente después del susto, la niña comenzó a decir muchas groserías; primero chiquitas y luego grandotas. El lobo se quedó pasmado al oir que una niña tan pequeña dijera groserías tan grandes; y sólo atinó a decir: - Estoy seguro de que no hay niña más grosera que tú – Y la caperuza que traía puesta la niña se puso… ROJA-ROJA.

En ese momento iban pasando unos leñadores cerca de ahí, y uno le dijo al otro: - Mira, ahí están la caperucita roja y el lobo feroz! – Y fué precisamente ahí donde comenzó el cuento que ustedes conocen; y no se los cuento porque con toda seguridad ya se lo saben.

FIN.

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